Ana Lilia Ramírez
TIJUANA.— La historia de Fabiola Metzulebeth Cervantes Macías terminó como tantas que no tendrían por qué repetirse: con una familia rota y una exigencia urgente de justicia. La directora operativa del Sindicato Unidos por México Moderno (SUCOMM), Sol Merino Cuevas, confirmó que la joven fue encontrada sin vida tras permanecer desaparecida desde el 2 de noviembre, cuando salió de trabajar de la maquiladora Boe Vision Electronic Technology Mexico SA de CV, ubicada en el Parque Industrial Thomas Alva Edison, sobre el bulevar 2000.
A través de un video en redes sociales, Merino expresó: “A Fabiola no la desaparecieron, a Fabiola la mataron”, reclamando que otra mujer haya sido asesinada pese a haber pedido ayuda en reiteradas ocasiones a la Fiscalía General del Estado. También exigió una investigación con rigor y perspectiva de género: “No aceptamos que termine en impunidad”.
Fabiola fue vista por última vez el 2 de noviembre, alrededor de las 05:00 horas, cuando salió de trabajar y abordó el transporte de personal para regresar a su casa en Villas del Campo. Su familia reportó la desaparición el 3 de noviembre y, con apoyo del colectivo “Dando Luz y Esperanza para que Regresen a Casa”, rastrearon la última ubicación de su celular: la vivienda de su expareja y padre de su hija de dos años, Roberto Raúl Garvin Zapata.
Aseguran que, al llegar al domicilio, encontraron en un vehículo propiedad de Garvin Zapata palas, bolsas y picos, lo que les hizo sospechar que le había hecho daño y se había deshecho del cuerpo. Pese a que buscaron al sujeto en su vivienda, no obtuvieron respuesta.
Este 29 de noviembre se confirmó lo que ellos temían y que las autoridades evitaron enfrentar: Fabiola había sido asesinada.
CUATRO DENUNCIAS IGNORADAS POR LA FGE
La joven había denunciado en cuatro ocasiones ante la Fiscalía General del Estado (FGE) la violencia ejercida por su expareja, Roberto Raúl Garvin Zapata. Todo comenzó después de la separación, en diciembre de 2024.
Primero fue el acoso. Después, los golpes. Luego, irrupciones violentas en su vivienda, agresiones a su hermano y robos. Más tarde, la sustracción de su hija Victoria, de dos años.
Hubo incluso una orden de protección emitida por la FGE, pero la Policía Municipal no la hizo efectiva.
En abril, el agresor volvió a entrar a la casa familiar: golpeó a un hermano de Fabiola y robó dinero. Aun así, no les otorgaron medidas de protección.
El 8 de abril, la violencia escaló nuevamente. Mientras Fabiola salió a comprar pañales y leche, la menor fue sustraída por familiares paternos. Un día antes, estos mismos la habían denunciado falsamente por “sustraer” a la niña, una estrategia que la familia ya había anticipado como parte del ciclo de agresiones.